28 de enero de 1946. En un barrio de Granada, junto al cerro de la Alhambra, nace José Carlos Cano Fernández.
Su madre, hija de un químico socialista fusilado en el 36, fue una mujer inquieta y culta que tuvo que verse obligada a renunciar a sus deseos de estudiar la carrera de medicina al tener que afrontar la necesidad de "sacar adelante" a su familia con muy pocos medios.
En ese contexto es en el que se desenvolvieron los primeros años de la vida del cantor granadino; años y experiencia sintetizados simbólicamente en el siguiente texto tomado del libro biográfico de Carlos publicado por la Editorial Júcar en 1983:
«Vivir cotidiano en una hermosa ciudad llena de misterios; colas de la leche americana con la abuela –mama Pepa–; cultura adquirida en torno a una mesa camilla en largos atardeceres y en noches de luna mora; sueños de infancia, arco de Elvira, primera comunión, padre se ha largado, pajaritos de grandeza, la miseria. El mito de la izquierda, caballito de cartón. Identidad, pozo negro, corazón herido –"¡qué va a ser de mi vida!"–... Caciquismo e incultura, falsedad e hipocresía. O botones de un banco o legionario... Tensión, inquietud, retraimiento, incomprensión..., el sonido del agua en una fuente y los amigos que nunca lo fueron, "–¿mi culpa soy yo?"–...
»...Búsqueda de lo interior, "¿hay algo válido y sincero?"... –"¡No encuentro!", "¿estoy ciego o es que un topo se comió el sol?", "me integro y no me integro, no puedo integrarme, ¡no quiero!"– ... Radio Pirinaica, la Pasionaria, Francisco Franco y ¡olé!, la Falange, ideología sentimental, odio y desprecio, mal estudiante, –"¡no quiero! ¡no puedo! ¡no me da la gana!"– ... Amargavidas, creador de problemas, follonero, vago, sin riendas... el problema, el conflicto. Búsqueda y rebeldía, inconformismo y soledad... 18 años ... –"¡Granada me encadena! ¡me ahogo!"– ... el niño se va, la emigración... Cara o cruz con un amigo, –"¿dónde nos largamos?"– ... Suiza, Holanda y Alemania... En principio tres meses, al final más de un año... –"¿Qué va a ser de mi vida...?"–».
Esa primera emigración que emprende Carlos Cano a los dieciocho años esconde en el fondo su primera ruptura personal con una situación de desconcierto y de identidad dividida y confunsa. Es una especie de salida a la búsqueda de una justificación de su exitencia hasta ahora vacía y llena de contradicciones. El mismo comentaba: «Yo me hago o me solidifico poco a poco como persona, por dentro y por fuera, en la emigración».
Tras aquel año en el extranjero, como emigrante, Carlos, que ha logrado hacer unos ahorros con su trabajo, emprende su camino de regreso a Barcelona, la Barcelona de las soledades. A su llegada siente la necesidad de ser y de hacer algo útil, algo que justifique de alguna forma lo que podría ser su futuro aún totalmente dedibujado. Carlos cuenta ya con casi veinte años. Se matricula en primer curso de electrónica y lo aprueba con buenas calificaciones, se le acaba el dinero y decide ponerse a trabajar de albañil para poder continuar costeándose los estudios.
En este momento, vuelve a resurgir de nuevo el Carlos Cano rebelde y vehemente, empieza a no creer en aquello que está haciendo y deja los estudios, es echado de la consrucción en la que trabaja, y siente, una vez más cómo los problemas, los interrogantes y las dudas interiores le siguen persiguiendo. Ya por entonces escribe sus dos primeros poemas en los que logra por primera vez verbalizar poéticamente esa mezcla amarga de búsqueda de identidad, soledad y desesperanza en la que se encuentra inmerso.
Y el problema vuelve a Granada, regresa a la casa materna que un día abandonó. Se abre en la ciudad una escuela de "Arquitetura de interiores" –decoración– y Carlos vuelve a realizar un nuevo intento de integración: se matricula en primero, lo aprueba, y al empezar segundo curso vuelve a dejarlo. Tampoco está ahí su camino. Nos situamos ya en el año 1968.
Inmerso en aquella búsqueda de si mismo, rebelde e insatisfecho, Carlos se encontró un buen día con Juan de Loxa, joven y deslumbrante poeta que le introdujo en las tertulias literarias estudiantiles que, de forma casi clandestina, se celebraban en los sótanos de la Facultad de Letras –en la que a Carlos le habría gustado estudiar y no pudo hacerlo–, o en garitos literarios como El Natalioo Bimbela.
JUAN DE LOXA |
Juan, que en aquel momento lideraba un colectivo poético llamado Poesía 70, incorporó a Carlos en el grupo y Carlos, animado por Juan, empezó a componer sus primeras canciones –entre ellas "La miseria"–, y a hacer sus primeros "pinitos" literarios cuajados de surrealismo –"¡Hoc est simplicisimun!" (publicado en el nº 1 de la revista "Poesía 70") o "Gallinas que se comen mariposas" (texto pulicado en la obra de Antonio Beneyto, "Manifiesto español o una antología del cuento" editada en 1973).
Poco tiempo después, Carlos, con Juan de Loxa y Antonio Mata crearon el grupo "Manifiesto Canción del Sur" en el que también participaron, entre otros cantautores, Esteban Valdivieso, Antonio Fernández Ferrer, Miguel Ángel González, Ángel Luis Luque, Enrique Moratalla, José María Aguí, Aurora Moreno o Raúl Alcober.
Aquel mismo año, 1968, Carlos dio su primer recital en la Casa de América de Granada interpretando canciones sudamericanas como "La muralla" –de Nicolás Guillén– o "Duerme, duerme, negrito" –canción popular recuperada por Atahualpa Yupanqui–, y otras canciones propias que ya había compuesto en aquel momento cono "La hoguera" o "La miseria".
Poco tiempo después Carlos tuvo que interrumpir su naciente "carrera" como cantautor para cumplir en Cartagena el servicio militar obligatorio.
Finalizada la "mili" volvió a Granada, se incorporó a las actividades de Manifiesto, siguió componiendo sus canciones y participó en los numerosos conciertos que, ya en aquel momento, empezaban a celebrarse por toda Andalucía.
En diciembre e 1972 se celebró en París un "Homenaje mundial a Federico García Lorca" organizado por la UNESCO en el que participaron, entre otros compositores y cantantes, Manuel Cano, Manuel Gernena, Amancio Prada, Enrique Morente o Carlos Cano que, en aquel momento, ya había compuesto "La casida de la muchacha dorada" y "La casida de las palomas oscuras", poemas musicalizados pertenecientes a la obra lorquiana "Diván del tamarit".
Tras aquel homenaje a Lorca, Carlos permaneció un tiempo en París donde, por mediación de Juan de Loxa, conoció a Paco Ibáñez, Elisa Serna, Luis Cilia y, sobre todo, a Lluís Llach, con quien sostuvo una entrañable amistad. Estancia parisina durante la que Carlos dio varios recitales –como el celebrado en la conocida librería Shakespeare and Company– y que le aportó una extraordinaria y enriquecedora experiencia que le sirvió, sobre todo, para consolidar su vocación de músico y poeta, y para tomar la decisión de dedicarse de forma profesional a la canción.
El 20 de noviembre de 1975 muere Franco, y un mes después, el 20 de diciembre, Carlos Cano, junto con el cantautor. Benito Moreno, ofrecen un histórico recital en el Teatro Lope de Vega de Sevilla del que se publicó una crónica en el periódico "Correo de Andalucía" de la que reproduzco el siguiente fragmento: «Carlos Cano echó un buche de agua y afinó su guitarra. El punto de arranque "La miseria" [...] Carlos es un cantante de garra, que no se acomoda entre divagaciones y que a sus viviencias les pone música. Tiene mucha fuerza. Al final de su actuación hubo apoteosis»
En Madrid, por esas fechas, nace el sello discográfico GONG, de Movieplay, dirigido por Gonzalo García Pelayo, y Carlos, en 1976, graba y publica en GONG su primer disco titulado "A duras penas". Una obra, con arreglos de Alberto Gambino, en la que hace síntesis de su trabajo a lo largo de los seis últimos años. Aquel LP se presentó en en el patio del Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla y fue definido por el periodista Fernando Guijarro «como un paso de gigante en la historia de la actual cultura popular andaluza».
En 1977, en el contexto de las primeras elecciones democráticas andaluzas, el Partido Socialista de Andalucía (PSA) editó un single con tres canciones, por una cara el "Himno a Andalucía", con letra de Blas Infante, y por la otra dos canciones de Carlos: unos tanguillos titulados "Por un poder andaluz" y su mítica canción "Verde, blanca y verde" –convertida en un nuevo himno popular–.
Ese mismo año, Carlos publicó su segundo LP titulado "A la luz de los cantares" (Movieplay, 1977), obra en el que –también con arreglos de Alberto Gambino– pasó del desgarro insumiso y gris de "A duras penas" a la alegría crítica y contestataria de la copla popular con temas como "La murga de los currelantes", "La morralla", "El milagro del Palmar", "Política, no seas saboría" o "Rota Oriental", tanguillo compuesto a partir de un poema de Rafael Alberti.
Al año siguiente, Carlos grabó y publicó su tercer LP "Crónicas granadinas" (1978) obra bellísima –en la que investigó y reivindicó la cultra y la música arábigo-andaluza–, de la que Juan Teba escribió el siguiente comentario:
«Carlos, me ha escrito Boabdil y Abdur el Salufi y un principito de Córdoba que murió en vísperas de sus espondales, víctima de lo que los cristianos llamaron dolor de misesere. Me dicen que les llega tu música, era así, segun ellos, con ese desgarro cadencioso e íntimo, con ese regusto de queja y nostalgia, con esa ternura que te sale a borbotones por todos los poros. Boabdil llega a confesarme que a veces no puede reprimir las lágrimas al escuchar tus "Crónicas granadinas"».
A aquel gran disco le siguieron "De la luna y el sol" (1980) –con temas de un gran lirismo como la "Gacela de la raíz amarga", de Federico García Lorca; la adaptación al castellano de la canción de Paolo Conte "Un gelato de limón"; o "El último bolero" y "Siempre", canción dedicada a Lluís Llach– y "El gallo de morón" (1981). Álbum nuevamente compuesto de tanguillos, pasodobles, romances y rumbas sabrosamente populares y descaradamente comprometidas.
En 1993 Carlos grabó y publicó, nuevamente con Movieplay, el LP "Si estuvieran abiertas todas las puertas", disco que cerró una etapa en su obra y en el que se encuentra una de las canciones con las que, sin sospecharlo en aquel momento, selló su "inmortalidad": "El tango de las madres locas", dedicado a las madres arfentinas de la Plaza de Mayo.
Aquel disco se presentó con un concierto de Carlos en el desaparecido Teatro Salamanca de Madrid. y con la publicación de su biografía, escrita por Fernando Gonzalez Lucini, editada por Júcar –colección Los Juglares–; biografía que fue presentada por Fernando Savater en el Círculo de Bellas Artes, y para la que el escultor Amadeo Gabino creó un hermoso aguafuerte conmemorativo, del que se realizó una tirada de cien ejemplares.
A partir de 1983, se inició una nueva etapa en la carrera artística y discográfica de Carlos que se concreto, en 1985, con la publicación del álbum "Cuaderno de coplas", en el que el cantante granadino afrontó cambios importantes: fichó con la compañía discográfica Ariola; tuvo, como arreglista, al fantástico Gualberto García, e inició un proceso de reivindicación y recuperación de la "copla" incorporando canciones como "Habaneras de Cádiz", "Peteneras de Sierra Morena" y "A Rafael de León" –con letra de Antonio Burgos–, junto con canciones propias –"La murga de Emilio el Moro", "Romance a Ocaña" o "Pasodoble toreno a Gerald Brenan"– con las que, de alguna forma, preconizaba su decisión de empezar a interpretas coplas clásicas del cancionero popular.
Tras aquel disco, que alcanzó un gran éxito, Carlos grabó un LP que podría calificarse de "transición" titulado "A través del olvido" (1986), segundo y último grabado en la discográfica Ariola.
Al año siguiente, tras fichar con la compañía CBS, reapareció apuntando ya hacia lo que sería su gran futuro artístico y el camino de su gran éxito definitivo: "Quédate con la copla" (1987) de la mano de Carlos Montero en los arreglos y en la dirección musical. «Fue como recuperar de pronto las viejas fotos familiares –comentaba Carlos– y reconocer a la madre o a la abuela... Me dolía la injusta valoracion por parte de la mal llamada progresía intelectual de la canción andaluza». Fiel a estos planteamientos Carlos en aquel disco interpretó, por primera vez, coplas tradicionales como "Chiclanera", "Falsa monea" o "Ay, Maricruz", junto a verdaderas joyas musicales y poéticas como "María la portuguesa" o "Pasan los campanilleros"
A aquel disco le sucedieron "Luna de abril" (1988), "Ritmo de vida" (1989), "En directo" (1990) –grabado en el Teatro del Generalife, de Granada–, "Mestizo" (1992), "Forma de ser" (1994) –disco con el que puso en marcha su propia productora llamada Dalur Discos– y "Algo especial" (1995), grabado en directo en el Teatro Monumental del Madrid.
En mayo de 1995 Carlos inesperadamente sufrió un aneurisma de aorta, situación de extrema gravedad por la que fue trasladado a Nueva York donde fue operado con éxito permitiéndolo, como el mismo dijo, volver a nacer: «Volví a nacer en Nueva York, provincia de Granada, en un noche de luna».
De regreso a Granada, tras su recuperación, el cantor granadino publicó tres nuevos discos: "El color de la vida" (1996), el magnífico doble CD "Diván del Tamarit" (1998) –dedicado a las Casidas y Gadelas de Federico García Lorca– y "La copla. Memoria sentimental" (1999) disco dedicado, una vez más, a la reinvidicación de la copla.
Después ocurrió lo inevitable... y Carlos se nos fue. Ocurrió el 19 de diciembre del año 2000, en Granada. Tras su muerte, un numeroso grupo de amigos, amigas, compañeros y compañeras, dieron a luz un nuevo disco titulado "Que naveguen los sueños" (2001) en el que interninieron, unidos a au voz, Joan Manuel Serrat, María Dolores Pradera, el coro La Caleta, Miguel Ríos, Clara Montes, Martirio, José Manuel Soto, Luis Eduardo Aute, Marina Rosell, Mestisay, Alberto Cortez, Aurora Guirado, Amalia Rodríguez o Raúl Alcover.
Posteriormentese publicó el álbum "Carlos Cano. Última gira: Granada, Nueva York, La Habana" (2012) en el que se recogen 18 canciones grabadas en directo entre los años 1999 y 2000 en Madrid, La Habana, Calasparra, Jumilla, Alicante, Almansa y Nueva York, durante la que fue la última gira de Carlos Cano (1946–2000), acompañado al piano por Benjamín Torrijo. Disco del que se publicó una edición especial numerada de 500 ejemplares en 2016 con motivo de la celebración del 70 cumpleaños de Carlos.
Fotografía de Juan Miguel Morales |
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