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viernes, 25 de noviembre de 2022

BENITO MORENO (VIVIOGRAFÍA)


BENITO MORENO nació en Sevilla en 1940, ciudad a la que siempre amó y que siempre estuvo presente en su sensibilidad y en sus sentimientos, en especial durante el tiempo en que, por aquello de la emigración, se sintió obligado a vivir lejos de España. Querencia que él mismo expresa en una de sus primeras canciones:

«Tengo a Sevilla por dentro, / llevo a Sevilla a mi lado, / quiero a Sevilla en silencio, / igual que Antonio Machado.»

Su padre fue pintor, y él –sin duda por influencias paternas– empezó a dibujar desde muy pequeño. Se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios, y, a los quince años, ingresó en el Conservatorio para estudiar Arte Dramático.

En 1962, tuvo que marcharse a París, donde completó su formación artística en la Escuela Superior de Bellas Artes y se especializó en la técnica del grabado.

Posteriormente, obtuvo la cátedra de dibujo en la École de Beaux Arts de Lorient, en Bretaña, y durante nueve años se dedicó a impartir clases de dibujo y de grabado.

Tras aquella experiencia didáctica, Benito decidió abandonar la enseñanza para dedicarse únicamente a la pintura, especialmente en la creación de retratos.


Retrato de CAMARÓN creado por
BENITO MOERENO


A partir de ahí, realizó numerosas exposiciones por toda Europa y se convirtió e uno de nuestros más importantes pintores contemporáneos.

Benito –allá en su exilio parisino– desarrolló una gran admiración por el flamenco y una especial atracción hacia la poesía, lo que, dada su desbordante creatividad, le llevó a plantearse, a principios de los años setenta, la posibilidad de fusionar la palabra y la música en un mismo lenguaje; posibilidad que se tradujo en la composición de sus primeras canciones.

En 1975, durante una de sus estancias en Sevilla, Benito conectó con Gonzalo García Pelayo –productor discográfico que impulsó y puso en marcha el mítico sello "Gong" en Movieplay–, y grabó su primer disco en el que contó con la dirección musical del guitarrista Alain Le Bris y con los arreglos del grupo Triana.

Aquel disco titulado "Romance del Lute y otras canciones" (1975), constituyó una gran sorpresa para todos los que amábamos la "canción de autor" y nos sentíamos inmersos en su universo: Benito Moreno era una persona casi desconocida musicalmente en España, y se descolgaba, de repente, con una obra bellísima y original, tanto en lo que se refiere a su contenido poético, como a sus planteamientos musicales –profundamente andaluces–, y a su interpretación radicalmente distinta de los cantantes de la época dentro y fuera de Andalucía.

La cara "A" de aquel LP estuvo dedicada al llamado "Romance al Lute". En la cara "B" nos ofreció canciones tan populares como "Sevillano" o la titulada "España huele a pueblo", tema que Manolo Escobar incorporaría años después a su repertorio, en 1987, igual que hizo, también, con canciones como "Qué bonito es Badalona" de Joan Manuel Serrat.


El mismo año en que Benito Moreno publicó su primer disco "Romance al Lute y otras canciones" (1975) –un mes después de la muerte de Franco–, Benito y Carlos Cano decidieron realizar juntos un recital en el teatro Lope de Vega de Sevilla. Histórico recital convertido en un reclamo urgente, colectivo y solidario de la amnistía y la libertad. Fue el primer recital en el que Benito y Carlos se encontraron sobre un escenario.

Al año siguiente, en 1976, Benito grabó su segundo LP, "Ellos y ellos y ellos y ... ella", disco en el que, por una parte, nos ofreció bellísimas canciones de amor como "Eso es todo", "Huele a paisaje tu pelo", o "Primavera"; y por otra, canciones de contenido finamente satírico como "Esos señores" –crítica mordaz al machismo encarnado en la generación de aquellos terratenientes andaluces que, como el mismo dice "se hicieron la paz a su medida como un traje"– y "Ra, ra, ra" –tema protagonizado por el gran negocio del fútbol y por el aborregamiento de sus aficionados–; canción que, por cierto, fue seleccionada por José Ramón de la Morena como sintonía de su programa de radio "El Larguero", en la cadena SER.

En aquel álbum, Benito incorporó también un monólogo al que tituló "Hablando con Pepa", simulación de una conmovedora conversación telefónica mantenida, desde Francia, por un emigrante español con su compañera, a la que añora con todas sus fuerzas; tema en el que afrontó con un realismo desgarrador, lo que fue y lo que supuso para muchos andaluces, y en general, para muchos españoles, el drama de la emigración.

Posteriormente, Benito Moreno nos ofreció un tercer disco titulado "Mis sombras completas" (1978), disco también grabado con la colaboración del grupo Triana, que el propio Benito describía con las siguientes palabras:

«“Mis sombras completas" es el relato de la madrugada del Viernes Santo sevillano y su desarrollo musical desde que se oyen los pasos racheados de los primeros costaleros llevando las imágenes más antiguas y ordenadas del centro, en silencio, acompañadas si acaso por el trío de viento famoso, hasta acabar en los alejados barrios populares, al alba, con las músicas polifónicas y rítmicas que hacen bailar las vírgenes, rodeadas de una bulla festera y agradecida. Acaba con “La Voz” que corresponde con la Resurrección. La voz como la vida y el silencio, la muerte…, y otras canciones.»

Al año siguiente Benito grabó y publicó, la que ha sido, desde mi punto de vista, una de sus mejores obras: me refiero al álbum "G. A. Bécquer - Rimas (1979), en el que consigue captar y comunicar, con su música y con su voz, el romanticismo y la grandeza poética de su paisano Gustavo Adolfo Bécquer. Disco hermosamente ilustrado por un bellísimo cuadro pintado por él mismo.

Tras la grabación del disco monográfico dedicado a la musicalización e interpretación de la Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, en 1979, Benito Moreno» permaneció un tiempo viviendo en París, hasta que en 1982, regresó definitivamente a Sevilla donde instaló su taller de pintura: entrañable "rinconcillo" en el que han nacido grandes obras plásticas como sus cuadros rebosantes de realidades sureñas, como lo son sus pasteles, óleos o acuarelas con imágenes de "ropas blancas recién planchadas" –obras que siempre me remontan a mi infancia allá en el Sur–, o retratos, ya inmortales, como el que realizó de Camarón de la Isla.

Un año después de su regreso parisino, Benito grabó un inesperado y precioso disco titulado "Sevillanas" (1983), que supuso una nueva ruptura de moldes y de estereotipos; en este caso, creando e interpretando, por ejemplo, las que llamó "Sevillanas eróticas", en las que, sin duda, definitivamente influido por Bécquer, desarrolló un bello y apasionado romanticismo. Aquel disco también fue ilustrado por él con esta bellísima cubierta.

Editado aquel disco, Benito volvió a dedicarse en intensidad a la pintura, y, cinco años después, cuando pensábamos que había dejado la música, reapareció en el mercado discográfico con otro trabajo sorprendente, por lo que tuvo de inesperado y, sobre todo, por la reafirmación que supuso de la calidad y la originalidad –rabiosamente popular– de sus textos y de su música. Aquel disco se tituló "Vida"

Después tuvieron que pasar, nada más y nada menos, que diez años para poder reencontrarnos de nuevo, felizmente, con sus canciones, fue en 1999, año en el que grabó su disco "Me han quitado lo bailado".

Un disco en el que recupera –nuevamente grabadas– canciones de sus anteriores LP'S, intercaladas con otras nuevas como "Mi barrio", "Flamenco confusión", "Cuando hace calor" o "El ordenador"... En síntesis, como el mismo dice en la presentación del CD: «lo de siempre, el dolor, el amor, el alcohol, el calor, el barrio, los ordenadores, el psiquiatra y eso, la alegría de componer, estar y volar... ».

Aquel fue el último disco publicado por Benito, posteriormente cerró su actividad en la pintura y lamentablemente se nos fue el 8 de mayo de 2018.

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