JOSÉ MENESE nació en La Puebla de Cazalla (Sevilla), en 1942. Su padre era zapatero, y su madre se dedicaba a las tareas del hogar, y, sobre todo a cuidar de sus nueve hijos, de los que José era el cuarto.
«A los trece años –declaraba José a la revista Ozono (número 7)– me tuve que quitar del colegio porque mi padre me necesitaba para trabajar en la zapatería. A mí aquel trabajo no me gustaba nada, lo odiaba con toda mi alma. [...] Entonces decidí ponerme a trabajar donde fuera con tal de no estar allí; estuve dos años de albañil; no aprendí nada, pero, en fin, ganaba dinero. Después estuve trabajando en el campo, recogiendo garbanzos..., y al final volví otra vez a la zapatería.»
A los quince años, José entabló amistad con Fernando Guerrero, que tenía un bar en La Puebla, llamado "El Central", en el que, por las noches, solían juntarse un grupo de amigos para charlar, echarse algún cante y tomarse unas copas; fue allí donde Francisco Moreno Galván–que vivía en Madrid– escuchó cantar por primera vez a Menese, y donde, sorprendido de lo bien que lo hacía, empezó a animarle para que se dedicara profesionalmente al cante flamenco.
Poco tiempo después, Pepe se trasladó a Madrid, donde, por mediación de Francisco, conoció a escritores y artistas como Caballero Bonald, Fernando Quiñones, Luis Rosales o Manuel Viola, personajes que, sin duda, fueron muy importantes para él porque influyeron de forma decisiva, en su pensamiento y, sobre todo, en su compromiso social y político como persona y como artista.
En 1963 empezó a actuar en el tablao Zambra, de Barcelona, en el que permaneció hasta 1968.
Durante ese periodo, José Menese realizó sus primeras grabaciones en la compañía discográfica RCA, y ganó el premio de honor Tomás El Nitri en la cuarta edición del concurso nacional de Arte Flamenco, de Córdoba. (Su primer disco se editó en 1963, acompañado a la guitarra por Melchor de Marchena y Eugenio Jiménez. Fue un single con cuatro cantes: soleá, seguiriya, bulerías y mirabrás.)
A partir de ahí, su carrera artística fue imparable. Se convirtió en uno de los más grandes cantaores de la época; grande por la calidad de sus cantes y, a la vez. por el compromiso que a través de ellos adoptó –siempre contando con la inspiración y el buen hacer de Francisco Moreno Galván– en defensa de la libertad y de los derechos humanos. (Moreno Galván, además de buen y fiel amigo de Menese, siempre permaneció a su lado como autor de las letras de sus cantes y, a la vez, aportando su sensibilidad en el diseño y en la creación de las carpetas de sus discos.)
«Mis inquietudes por todo lo que pasa en el mundo van con mi sensibilidad y las llevo dentro –afirmaba también Menese en la revista "Ozono" (1976)–. Me doy cuenta perfectamente de lo que ocurre allí, de lo que ocurre aquí y de lo que ocurre en la Conchinchina. Y eso me remueve y me produce un temblor que me sale, inevitablemente, a la hora de cantar.»
Sobre esa grandeza honda, sensible y comprometida de Menese se ha escrito mucho. Concretamente, Blas de Otero, en 1971, le dedicaba este poema:
«La voz, la voz que cierra y abre las palabras, / el cante cortado de perfil, bruscamente. / Voz acendrada ensanchándose desde adentro. / José Menese. / Hay un golpe y un temblor y una rabia / que es a un tiempo poderosa vida y muerte. / Una vibración de mar junto a la costa. / José Menese. / Callad. El silencio se cierra y se abre, / las palabras pasan, caen de bruces, ascienden. / Un hombre solo con la voz de todo el pueblo. / José Menese.»
A lo largo de su larga e intensa trayectoria profesional y artística, José luchó por dignificar el flamenco y lo consiguió, desde dos perspectivas siempre presentes en su obra:
En primer lugar, abriendo caminos nuevos allá donde el flamenco era despreciado o, al menos poco conocido. En ese sentido, Francisco Herrera formulaba la siguiente afirmación en la separata adjunta al CD "A Francisco" (2005): «José Menese es un privilegiado por el destino. Llegó del pueblo con la cultura de la sangre por bandera, y entró en los "sanedrines" intelectuales y artísticos con humildad pero sin complejos, dispuesto a empaparse y a empapar. Gracias a él, el flamenco se introdujo en ambientes que lo habían vetado hasta entonces por una cultura mal entendida. José ha sido el reivindicador de aquel movimiento que pusieron en marcha Lorca y Falla allá por los años veinte y que la sinrazón de los intolerantes abortó en seco.»
En segundo lugar, con su obra, José Menese ha dignificado el flamenco impregnándolo de contenidos sociales –sobre todo, de contenidos solidarios–, sin prescindir para nada y en nada, de su hondura, de su pureza y de la sabiduría adquirida en siglos de tradición.
Desde el punto de vista discográfico, Menese cuenta con un gran número de obras, la mayoría escrita e ilustrada por Francisco Moreno Galván.
José Menese, por otra parte, recibió importantes premios; entre ellos, el premio Ondas, de la Cadena Ser (1968); el premio Saeta de Oro, de Sevilla (1969); el Premio Nacional de Cante de la Cátedra de Flamencología y Estudios Folclóricos Andaluces, de Jerez de la Frontera (1974); el premio Cabal de Plata, por votación popular, de RNE (1987); y los galardones Flamenco Calle de Alcalá y "Patriarca del Cante" (1997).
Lamentablemente el gran maestro del cante falleció el 29 de julio de 2016, con 73 años.
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