OVIDI MONTLLOR, gran actor y extraordinario poeta y cantante, nació en Alcoy (Alicante) el 4 de febrero de 1942.
Nació en el seno de una familia obrera de estricta moral anarquista. Su infancia, dadas las dificultades económicas vividas en el hogar, fue, sin duda, difícil, aunque él solía recordarla como una etapa muy feliz de su vida; sobre todo porque pudo sentir y percibir el cariño y la extrema bondad de sus padres, con los que se sentía plenamente identificado, y a los que consideraba como entrañables amigos.
Desde muy pequeño fue muy buen estudiante, y siempre mostró un gran interés por descubrir todo cuanto podía observar o acontecer en su entorno. Un hermano de su padre, que era maestro –al que no se le permitió dar clase tras la guerra civil por su ideología política–, le enseñó a leer y escribir a los tres años. Poco después, ingreso en la escuela pública de Ribera y, después en el colegio de los salesianos hasta los doce años; edad a partir de la que tuvo que empezar a trabajar para ayudar económicamente a su familia. (Sobre esta etapa infantil Ovidi compuso magníficas canciones como "L'Escola de Ribera" u "Hotmenatge a Teresa").
«La suma era dos más dos./ El resultado era cuatro./ La pregunta era ¿Quién es?/ La respuesta era Dios./ La consigna era patria./ La respuesta era alzar el brazo./ La clase era a las nueve./ El maestro estaba a las diez./ El water estaba al fondo./ La mierda estaba a la entrada./ [...] El Cristo era de madera./ Los cristianos de cartón./ Los pupitres eran bastos./ Los que nos sentábamos éramos pobres./ La regla era para la mano./ La mano era para cerrarla./ El castigo era severo./ El castigo era miedo. [...] El Cristo./ El capellán./ El pupitre./ Los compañeros./ Los libros./ La pizarra./ La infancia./ La ternura./ La fe./ El miedo./ El cariño./ Todo perdido para siempre.// El resultado era uno,/ la jugada era perfecta.».
«Es por entonces –escribe el periodista Cerdán Tato– cuando se pone de manifiesto su vocación por el teatro, Una enfermedad pertinaz le retiene en cama varios meses. Ovidi carece de juguetes. Su padre le aconseja, como único recurso, que se invente distracciones.
»Aprovechando los libros que su tío, el maestro inhabilitado –durante su ausencia–, había dejado en su casa, el joven lee "Fausto" y "El fantasma de Canterville". De inmediato, con viejas ropas familiares, improvisa los más peregrinos disfraces y representa, en solitario y ante el espejo, la comedia de Oscar Wilde. Ovidi interpreta todos los papeles de la obra, en una increíble puesta en escena, costosa pero divertida. Quizás, aquel mismo día, acaba de nacer el actor».
Su incorporación, tan joven, al mundo del trabajo fue realmente dura para Ovidi y, a la vez, clave para el despertar de su conciencia social, política y solidaria; él mismo se lo comentaba a Ramón Trecer y a Xabier Moreno en una entrevista que le hicieron, publicada en el libro "Me queda la palabra" (1978):
«Yo no pude elegir la profesión que quería, y me encontraba con unas profesiones que no me gustaban [...]. Esto no me parecía bien, no sabía cual era la historia, no tenía la menor idea de cómo enfocar aquello..., no me encontraba bien. Tal es así que yo he trabajado en unos 36 oficios diferentes, es decir que no me encontraba feliz, y trataba de buscar nuevos oficios para ver si conseguía por fin sentirme bien... Aquello no funcionaba... Hasta los dieciocho años, en que empecé a tomar conciencia de clase y empecé a darme cuenta de cuál era mi papel en la sociedad, de qué es lo que había pasado con mis padres, con mis amigo y con mi familia... Y entonces empecé a cabrearme [...].
»Al terminar el servicio militar hubo un problema muy grave en Alcoy, la crisis del 64, la crisis textil... Estuve dos meses buscando trabajo y no encontré nada. Al final, decidí marcharme a Barcelona [...].
»Al llegar a Barcelona tuve mucha suerte. Llegué a la estación a las ocho de la mañana con 500 pesetas en el bolsillo, cogí el tranvía de circunvalación, y, como había hecho ya de camarero, durante el viaje pensé: "Voy a ir al hotel Ritz". Al llegar al hotel me emplearon. A las once de la mañana estaba preparando las mesas para la hora de comer".»
Ya en Barcelona, durante su tiempo libre, después del trabajo, Ovidi que devoraba todo tipo de libros, entró en contacto y colaboró con grupos de teatro independiente, y empezó a asistir a conciertos en La Cova del Drac.
Fue por entonces cuando aprendió unos primeros acordes de guitarra y comenzó a escribir sus primeras canciones, entre ellas "La samarreta" ("La camiseta"), canción que estuvo prohibida durante mucho tiempo, y en la que manifestaba, muy claramente, su ideología comunista.
«Jo sóc fill de família molt humil / tan humil que d'una cortina vella / una samarreta em feren: Vermella. / D'ençà, per aquesta samarreta, / no he pogut caminar ja per la dreta.») («Soy hijo de familia muy humilde, / tanto, que de una cortina vieja / me hicieron una camiseta Roja. / Desde entonces, por esta camiseta / no puedo caminar por la derecha».
En enero de 1968 participó en el II Festival de la Canción Universitaria, y obtuvo, de forma inesperada, el primer premio. Ovidi recordaba aquella circunstancia, años después, con estas palabras:
«El hecho de hacer teatro comportaba el hacer obras en las que se cantaba alguna canción. Siempre había un chico con una guitarra que era el que cantaba. Cuando salíamos a la representación nos íbamos a cenar o a tomar una copichuela y seguíamos cantando [...]. Un día, saliendo de un ensayo, en un edificio de Barcelona en el que nos dejaban una sala para hacerlo, y en el que, en otra sala, se estaba celebrando el II Festival de la Canción Universitaria, me encontré en un pasillo con Joan de Segarra, que era miembro del jurado del festival y que me había visto en algunas obras de teatro, y con Lucchetti, amigo de toda la vida que sabía que había empezado a cantar. Entonces, a rastras, me metieron en la sala donde se estaba celebrando el festival para que cantara.
Yo tenía bastante miedo porque las canciones que tenía compuestas en aquel momento decían cosas muy bestias para aquella situación y porque me daba una vergüenza terrible; yo no había pensado ser cantante nunca... Pero parece ser que gusté y que aquello funcionó. Total, que gané el premio. El ganar no tuvo ninguna importancia; lo importante fue que aquel día me di cuenta de la posibilidad de comunicación con la gente que se podía establecer a través de la canción».
Finalizado el festival, Quico Pi de la Serra le propuso a Ovidi que le acompañara al Festival Mundial de Folk de Brück Waldeck, en Alemania, al que le habían invitado. Ovidi aceptó la oferta, pidió en su trabajo vacaciones anticipadas y se fue con Quico. Aquella experiencia fue totalmente impactante para él; volvió con mucho coraje y con muchas ganas de trabajar.
A su regreso, entró en contacto con Raimon, al que consideraba uno de su ídolos. Raimon le propuso grabar un disco en el sello "Inici", de Discophon, que él mismo había creado después de su salida de Edigsa; Ovidi aceptó y el disco salió, en 1968, con cuatro canciones: "La fera ferotge", "La cançó de les balances" –escrita por Josep M. Carandell– "Lliçó de sumes i verbs" y "Cançó de llaurador".
A finales de ese mismo año, Ovidi se presentó en el Palau de la Música de Barcelona, junto a Raimon y Pi de la Serra; aquel fue un concierto inolvidable y supuso, en realidad, su definitivo lanzamiento como una de las más importantes voces de la "nova cançó"; voz clara y rotunda, y a la vez, y sobre todo, tierna y revolucionaria.
En 1969 y 1970 Ovidi grabó dos nuevos singles acompañado de grades músicos como Carlos Boldori, Adrià Font, Yosu Belmonte, Xavier Batllés, Víctor Ammann y, en particular, Toni Soler; experiencia que le supuso una progresiva madurez en la composición de sus canciones, tanto desde el punto de vista musical como desde el poético.
Madurez que se vio reflejada por su gran capacidad interpretativa. Su presencia escénica era impresionante, sobria y, a la vez, de una expresividad envolvente. A ello contribuyó, sin duda, su experiencia teatral y cinematográfica que –como afirma Miquel Pujadó– le permitiría hacer de sus recitales un auténtico espectáculo y convertir cada canción en una auténtica pieza dramática de tres minutos.»
Por otra parte, en aquel tiempo –estamos hablando de los inicios de los años setenta– Ovidi empezó a musicalizar y a cantar textos de grandes poetas catalanes como Vicent Andrés Estellés, Salvador Espriu o Pere Quart. Textos que se redimensionaban y se engrandecían con la calidad, la fuerza y la calidez de su impresionante voz.
Huellas imborrables de esa etapa creativa de Ovidi fueron sus tres primeros LP: "Un entre tanto..." (1972), "Crònica d'un temps" (1963) y "A Alcoi" (1974), disco, este último, muy entrañable porque viene a significar el vínculo afectivo que siempre mantuvo Ovidi con su ciudad natal.
El 27 de abril de 1975, Ovidi Montllor cantó en el teatro Olympia de París, acompañado de Toti Soler –concierto que fue grabado y editado por Edigsa–, y, ese mismo año, protagonizó la película de José Luis Borau "Furtivos", con la que se dio a conocer en todo el país.
En 1976 grabó y editó su quinto LP dedicado integramente al poeta Salvat-Papasseit –ilustrado por Josep Guinovart–; álbum al que le sucedieron "De manas i garrotades" (1977), "Bon ventura i barca nova" (1978); "Coral romput de Vicent Andrés Estelles" (1979) y "4.02.42" (1980).
Tras la edición del LP "4.02.42", título que corresponde con la fecha de su nacimiento, Ovidi se quedó sin casa discográfica y, ante la imposibilidad de encontrar otra que se interesara por su obra, decidió centrar su atención en el cine, el teatro y la televisión, aunque, por supuesto, en ningún momento renunció a su vocación de músico y de poeta. (En concreto Ovidi rodó casi 50 largometrajes, para directores como Imanol Uribe, Jaime de Armiñán, Eloy de la Iglesia o Carles Mira).
En 1993, a pesar de no tener casa discográfica, inició la grabación de un nuevo disco al que pensó titular "Veri good" pero, nada más iniciar la grabación, comenzó a perder la voz; en apariencia, se trataba de una simple afonía, pero, por desgracia, aquella fue la primera manifestación de un cáncer de esófago que tuvo que sufrir durante dos años y que le llevó a la muerte el 11 de marzo de 1995.
Ovdi se nos fue, pero ahí nos queda viva su obra; una obra que su gran amigo el pintor valenciano Antoni Miró, se ha encargado de hacerle hermosos retratos y de recopilar y ofrecernos una cuidada antología en la que se recogen todos los discos anteriormente citados y algunos temas inéditos.
También se han editado en su recuerdo, entre otros discos: "Homenatge a Apel-Les Fernosa" (2000), "Ovidi Montllor diu Sagarra" (2000), y dos CD en los que el músico y cantante valenciano Paco Muñoz nos ofrece temas y curiosidades de Ovidi verdaderamente impactantes: "Qualsevol día impensat, us tornaré a emprenyar" (2005) y "A dos de val - Ovidi Montllor diu Joan Fuster" (2012).
En el año 2015, con motivo del vigésimo aniversario de la muerte de Ovidi se le rindieron bellísimos homenajes, entre ellos, el protagonizado por Alfons Olmo "VerdCel" con el espectáculo y el disco "Del corazón a les mans", y la grabación y edición del disco "Perquè volém! Ovidi sinfònic" interpretado por la Corporación Musical Primitiva d'Alcoi y la Coral Sant Jordi de Barcelona.
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