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lunes, 31 de octubre de 2022

HILARIO CAMACHO (VIVIOGRAFÍA)


«Nací en Madrid el 8 de junio de 1948, en el seno de una sencilla familia de clase media –recordaba HILARIO CAMACHO en libro "Cazador de nubes", publicado por la Fundación Autor, en 1999–. Vivíamos en una casa de la calle Fuencarral, en el tramo que va de la glorieta de Bilbao a la glorieta de Quevedo [...]. Apenas conocí a mi padre, porque murió a mediados de los años cincuenta cuando yo era muy pequeño. Un día me enteré de sopetón. Todo fue muy confuso [...]. Se llamaba Hilario, como yo.... Con la desaparición de mi padre la economía familiar se resintió y mi casa se convirtió en una pensión para sobrevivir. Recuerdo que siempre había dos o tres huéspedes.

»Otra de las cosas que a veces me viene a la memoria es a mi madre cantando. Lo hacía mucho cuando hacía las faenas domésticas [...]. Sobre la música que sonaba entonces, lo que más recuerdo es haber oído mucha copla y boleros a todas horas.

»En 1953, cuando empezó el curso, me mandaron al Colegio San Antón, de los escolapios, en la madrileña calle Farmacia.

»Ya con cinco años destaqué en el coro, porque tenía buen oído y afinaba bien, y, como me gustaba cantar, pude demostrar enseguida mis cualidades cantoras. Como miembro de la escolanía, pronto me reclutaron para actuar en los actos que organizaba el colegio [...].

«También aprendí a tocar la guitarra viendo practicar a un estudiante de medicina que estaba hospedado en casa. Se llamaba Andrés. Muchas veces se ponía a tocar en su habitación y yo aprovechaba para sentarme muy cerca y memorizar las posturas de su mano izquierda, para luego imitarlo hasta conseguir que sonara igual [...]. No era fácil, pero yo estaba decidido a conseguirlo. Un problema añadido es que tenía que hacerlo a escondidas, aprovechando las ausencias de Andrés para coger su guitarra. Un día me descubrió porque se rompió una cuerda y el sabía que había sido yo. Me temí una gran bronca. Aunque la verdad es que se limitó a echarme una mirada severa y poco más.

»En cualquier caso, seguí ensayando hasta que dominé, por así decirlo, los tres acordes básicos. Entonces, ya podía interpretar las canciones más pegadizas del pop ibérico.»

A los doce años, Hilario tuvo una experiencia televisiva realmente curiosa y divertida. Fue de la mano de un ex-alumno del colegio que reclamó al centro escolar la presencia de dos pequeños para un programa musical. Hilario y otro chico que tocaba la bandurria fueron los elegidos. Se trataba de interpretar una canción de aire napolitano. Así que ensayaron un poco y enseguida estuvieron preparados para cantar. 

Para la ocasión se preparó un decorado simulando una callejuela de Nápoles, y los dos niños aparecieron ante la cámara situados bajo una ventana para rondar a una imaginaria joven que no daba señales de vida. Sin embargo, de una puerta abierta con rabia apareció una anciana malhumorada –quizá la madre de la chica– que arremetía contra los trovadores a escobazos, y ellos, corre que corre, abandonaban el plató dando por finalizada su intervención musical. 

Por aquella fugaz actuación televisiva, contaba Hilario, «percibí las primeras quinientas pesetas que gané como consecuencia de una actuación; fue mi primer "caché"».

En 1961, con trece años –cursando cuarto de bachillerato– Hilario perdió también a su madre, lo que le produjo un profundo dolor; con ese motivo, para intentar consolarle, una amiga de la familia le regaló una guitarra, a la que convirtió en una especie de compañera que supo aligerar y aliviar sus momentos de vacío y de soledad.

Fallecida su madre, Hilario ingresó interno en un colegio que tenían los escolapios en Getafe. Nada más llegar a aquel colegio vivió una experiencia inolvidable: 

«Los primeros días de mi estancia allí –recordaba Hilario tuve que estar ojo avizor porque me preparaban una novatada [...]. Cuando la cosa se estaba poniendo cruda para mí, apareció un alumno mayor que me salvó de la inocentada. Bueno, en realidad me escapé gracias a la música. Aquel chico se había enterado de que yo cantaba en el coro del otro colegio y me ofreció la oportunidad de participar en el festival que estaban preparando para no sé que fiesta. Cuando los de mi clase me vieron hablando con uno de los mayores, la cosa cambió [...]. Así tuve mi primera experiencia como cantante de un grupo de rock. El sonido de las guitarras se amplificaba a través de una radio de madera que tenía un altavoz de poco más de diez vatios».

De aquella forma, Hilario empezó a interesarse cada vez más por la música y a dedicarle todo el tiempo libre de que disponía.

Tras su estancia en el colegio de los escolapios de Getafe, Hilario Camacho se matriculó en a Facultad de Económicas de Madrid donde entró en contacto con un grupo de conocidos y amigos que como él estaban interesados en el tema de la música y de la canción; entre ellos Moncho Alpuente, Anselmo Cano, Adolfo Celdrán –con el que compartió piso durante una temporada– Elisa Serna, Ignacio Fernández Toca, Juan Manuel Bravo "Cachas"Antonio Gómez.

De izquierda a derecha: Anselmo Cano, Elisa Serna e Hilario Camacho.
Fotografía tomada en "La Guarida", un pequeño local de la madrileña calle
Santa Engracia donde se reunían para ensayar.


En aquellos años Ignacio, Cachas e Hilario empezaron a montar actuaciones por los barrios y en los foros universitarios; al principio no cobraban ni un duro, gesto romántico que pronto dejó paso a la realidad. Los gastos eran tantos que no podían hacer frente a ellos y decidieron fijar una mínima cantidad a cobrar por actuación. «A partir de ese momento –decía Hilario se puede decir que di los primeros pasos como músico profesional».

En 1967, Ignacio Fernández Toca, "Cachas" y otros compañeros universitarios decidieron crear un colectivo al que llamaron "CANCIÓN DEL PUEBLO" al que, por supuesto, se incorporó Hilario. El concierto "fundacional" de aquel colectivo se celebró el 22 de noviembre de 1967 en el Salón de Actos del Instituto Ramiro de Maeztu, de Madrid.

Después de aquel histórico recital, Hilario Camacho grabó su primer single editado por EDUMSA en el que incluyó dos canciones compuestas sobre dos poemas de Nicolás Guillén: "El fusilamiento" y "El son del desahucio".


En el verano de 1968 –prácticamente al año de su recital celebrado en el Instituto Ramiro de Maeztu, de Madrid– el colectivo "Canción del Pueblo" se disolvió y algunos de sus componentes, entre los que estaban Elisa Serna e Hilario Camacho, optaron por formar un nuevo grupo, al que llamaron "La Trágala", que tampoco tuvo más de un año de existencia.

Ante aquella situación, Hilario Camacho tomó la decisión de emprender un largo viaje por Europa que finalizó en 1970, año en el que tuvo que regresar a Madrid para hacer el servicio militar ("la mili").

Durante el tiempo que duró la "mili", Hilario no dejó de actuar acompañado de Emilio Martínez, al contrabajo, en locales como el Café Teatro Ismael. Fue por aquella época cuando conoció a colegas como Luis Mendo, Carlos Montero o Cecilia  –de quienes fue muy amigo–, al guitarrista Jean Pierre Torlois –que se convirtió en uno de sus músicos preferidos– y a Alain Milhaud, que se convertiría en su primer productor.

De la relación Hilario-Alain nació el primer LP de Hilario titulado "A pesar de todo" (1973), disco grabado en Londres que estuvo magníficamente ilustrado por Ángel López Aragonés.

Hilario en este disco, de una gran calidad musical, nos introducía a través de sus canciones –pienso que de forma profética– en una visión de la realidad que iba mucho más allá del "inmediatismo" social y político de la época, y a la vez conseguía sumergirse, y surgirnos, en ese mundo de la interioridad y de los sentimientos en que verdaderamente se "cuece" la libertad. Su denuncia apuntaba a la mayor de las represiones: al secuestro y a la pérdida de la condición humana, es decir, al secuestro y a la pérdida de la ternura, del amor, de la capacidad para decidir y para soñar, de la ilusión, de los deseos, del grito, y, a la vez, de la esperanza.

Tras la edición del LP "A pesar de todo", en 1975, Gonzalo García Pelayo –que acaba de poner en marcha un ambicioso y arriesgado proyecto discográfico en la empresa Movieplay: el sello "Gong"– le propuso a Hilario Camacho grabar con él su segundo LP. Él aceptó y así fue como surgió "De paso" , otro de los discos míticos e inolvidables de Hilario, en el que participaron grandísimos músicos como su inseparable Jean Pierre Torlois, Quique Santana, Jorge y Jesús Pardo, Javier Estrella, José Atonio Galicia y Rosa Ávila en los coros. En esta ocasión la ilustración de la carpeta corrió a cargo de Octavio Colis.

Dentro de la empresa Movieplay –que posteriormente se llamó Fonomusic– Hilario grabó otros tres discos: "La estrella del alba" (1976), "La mirada del espejo" (1981), y "Subir, subir"  (1983).

En 1986, Hilario compuso la bellísima canción "Tristeza de amor" para la serie de televisión emitida por TVE con ese mismo título; serie dirigida por Manuel Ripoll y protagonizada por Alfredo Landa y Concha Cuetos.

Aquel mismo año apareció su sexto LP titulado "Gran ciudad". grabado en la discográfica Twins, en el que se recogía la canción "Tristeza de amor" y otros de sus inolvidables temas como "Puerta de salida", "Un extraño en Madrid", "Noche tras noche" o "Las estrellas del rock" con letra de Moncho Alpuente.

Otros discos de Hilario grabados y publicados en los años noventa fueron: "El mercader del tiempo" (1990), "Lo esencial" –recopilatorio publicado en 1991–; "Hilario Camacho en concierto" –grabado en directo en La Nave, Madrid, marzo de 1997–, y "Lunático veneno" (1998).

Posteriormente, tras un silencio discográfico de cinco años, Hilario reapareció con el álbum "No cambies por nada"  (2003) en el que colaboró Kiko Veneno acompañándole en la canción que daba título al disco y con uno de sus temas propios llamado "Te llevo dentro".


Finalmente, en 2006, Hilario se reencontró con su primer productor, Alain Milhaud y grabó el que sería su último disco titulado "Una mirada diferente"; disco que como afirmaba Nacho Sáenz de Tejada en el texto que aparece en la carpeta, «es una colección de canciones que escriben su biografía musical»


Recuerdo que este disco iba a ser presentado en Madrid en el mes de septiembre y que me había pedido que le apadrinara. Con ese motivo nos vimos y hablamos con frecuencia. Lamentablemente no pudimos hacer juntos la presentación dado que Hilario falleció el 16 de agosto. Nunca olvidaré el amanecer de aquel maldito día en que recibí la noticia.

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