Maravillosos personales, siempre vivos, como aquel tierno y honrado VIEJO PESCADOR "EN LA COSTA SUIZA"
En un pueblo de allá por la costa suiza
–ohé, ohé–
un viejo pescador
borrachín, tranquilo, sin dar la paliza
a nadie de su alrededor
pretendía vivir a su manera
que era: salir a pescar
y pescar boquerón, calamar
o alguna ballenita
-que también las da el mar-
y después regresar
con la frente marchita
como dice el cantar
bue se suele volver
y vender el pescado en la lonja
boquerón, calamar
una esponja
-que también las da el mar-
y cobrar
lo que hubiera ganado
al vender el pescado
y marcharse a gastar
lo que hubiera cobrado
en comer
y en comprar
cuanto es menester
poseer
e invitar a beber
y beber hasta el anochecer
y arrojar lo que hubiera sobrado
del dinero cobrado
arrojárselo al mar
devolver
devolverle el dinero
y cada amanecer
empezar desde cero.
Pero muchos vecinos denunciáronle al pobre
-ohé, ohé-
por contaminar
que sus pocas monedas,
sus «vertidos de Cobre»
ponían perdidito el mar
y no pudo vivir a su manera
que era: salir a pescar
y pescar boquerón, calamar
o alguna ballenita
-que también las da el mar-
y después regresar
con la frente marchita
como dice el cantar
que se debe volver
y vender el pescado en la lonja
boquerón, calamar
una esponja
-que también las da el mar-
y cobrar
lo que hubiera ganado
al vender el pescado
y marcharse a gastar
lo que hubiera cobrado
en comer
y en comprar
cuanto es menester
poseer
e invitar a beber
y beber hasta el anochecer
y arrojar lo que hubiera sobrado
del dinero cobrado
arrojárselo al mar
devolver
devolverle el dinero
y cada amanecer
empezar desde cero.
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